La gran fábrica del mundo ya no quiere hacer iPhones: los jóvenes en China exigen mejores sueldos y proyectos de vida más prósperos

China ha sido durante años el lugar en el que se fabricaba absolutamente todo lo que tenía que ver con la electrónica. No en vano, más de la mitad de los smartphones proceden de allí. Eran rápidos, buenos, eficaces, baratos y obedientes. Es algo inherente a su cultura, aunque con los años y las generaciones, las cosas cambian. En especial, las ambiciones de los jóvenes.

Esto no es algo exclusivo de allí, se está viendo en todo el mundo. En España cada vez hay menos agricultor y más oficinista, en EE.UU el campo está más abandonado que nunca, y en el resto de Occidente es igual. Es fruto de una profesionalización de la sociedad, que se forma y demanda trabajos que respondan a lo que busca. Esto hace que esa deslocalización de la producción hacia China que antes era la norma, cada vez cueste más, y Apple ya mira a otros países, con India como base de operaciones.

Apple ya no quiere depender de China

Tenemos que entender la historia de China para comprender por qué pasa todo esto. Es un país que durante años sufrió hambrunas, enfermedades, guerras, etc. Su economía subsistía a base de la agricultura y poco tenía que ver con Occidente en aquel entonces ni con sí misma ahora. En 1982 su PIB era de 205.000 millones de dólares. Hoy es de 8,3 trillones. Es un crecimiento de un 4.048%. En ese mismo espacio temporal, la tasa de analfabetismo pasó de un 35% a un 3,85%.

La mayoría de padres tienen como objetivo principal que sus hijos vivan una vida mejor que la suya, y en China no fue la excepción. Los que en un principio vivían en las fábricas, fueron ahorrando y pasándoselo a la generación siguiente, hasta que llegaron a la primera que tuvo suficiente en su bolsillo como para estudiar. Desde un punto de vista antropológico tiene su interés analizarlo.

No es casualidad, simplemente supieron optimizar sus recursos. No eran un pueblo con estudios, ni particularmente exigentes con la educación, pero eran muchos, se manejaban bien con objetos pequeños, su coste de vida era bajo, y su regulación laboral inexistente. Así fue como se convirtieron en la fábrica del mundo.

Ahora China se está encontrando con las consecuencias de su propio desarrollo poblacional, y es que esa generación de hijos estudiados gracias al esfuerzo de padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos no quieren ocupar su lugar. Es lógico que cuando uno tiene un grado en matemáticas y física, los salarios bajos no llamen tanto la atención. ¿Y qué hacemos ahora? Pues irnos con la música a otra parte, dicen en Apple.

Según el último informe de BusinessKorea, la producción del iPhone 16 ha obligado a Foxconn a ofrecer contratos con un aumento del salario por hora de hasta 25 yuanes (3,17 euros). Por otro lado, la fábrica de Zhengzhou ofrece bonificaciones de hasta 7.500 yuanes (952 euros, casi un sueldo base), un aumento notable con respecto a la bonificación de 6.000 yuanes ofrecida un mes antes. Todo esto con un único fin: llegar a tiempo para producir los 90 millones de iPhone 16, Pro y Max que se esperan.

Fabricar en China empieza a no ser rentable. Cada vez hay menos trabajadores dispuestos a ofrecer sus servicios en esas condiciones. Las fábricas se están teniendo que modernizar con ventanales, cafeterías, zonas de relax, comida gratis, horas de descanso y hasta salas para dormir un rato. Así evitan la fuga de personal, pero también aumentan bastante sus costes, y a Apple no le gusta.

El gran problema de Apple en China para expandir su inteligencia artificial. Desde Cupertino ya trabajan en solventarlo.