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Heroicas viñas bolivianas | El arte vitivinícola en el país, sus paisajes e historias

¿Sabías que la producción de vino en Bolivia tiene su origen en el desarrollo de la Villa Imperial de Potosí?

La periodista boliviana Marie France Perrin vuelve a encontrar un punto en común entre los bolivianos y los viñedos, esta vez en "Heroicas viñas bolivianas", su nuevo libro que explora la actividad vitivinícola en el país y las personas detrás de escena, junto a la fotografía de Enrique Quiroz.

La producción de vino en Bolivia tiene su origen en el desarrollo de la Villa Imperial de Potosí y las necesidades de bienes de consumo de los colonizadores, entre ellos el vino, según Benjamín Aramayo en su libro Singani, Vinos y Coplas e Historia. Luego, el panorama de la producción de vino no iba a sufrir grandes transformaciones hasta las décadas de los 60 y 70, cuando se produce la revolución vitivinícola en el Valle Central de Tarija.




 “Cuando algunos productores bolivianos, capacitados en técnicas de cultivo, inspirados por el ejemplo argentino de Mendoza y San Juan, motivaron a gran cantidad de campesinos a cambiar su maíz por plantaciones de vid. Ese momento marca el nacimiento de la moderna industria vitivinícola boliviana”, cuenta Marie France Perrin, en Heroicas viñas bolivianas.

Marie cuenta que el libro nació en Argentina, en una visita a los viñedos mendocinos, “el año 2020, año de la pandemia, poco antes me fui a Buenos Aires, donde vivía mi hija Paloma, con ella y su familia nos fuimos a Mendoza. Días antes de la pandemia teníamos programado ese viaje, ni ellos ni yo conocíamos Mendoza. El Valle de Uco, a una hora de la ciudad, donde están los viñedos, es un valle hermoso rodeado de la Cordillera de los Andes, se ven los nevados, y en la parte baja puro viñedos”, cuenta Perrin.

“Hacer el libro duró año y medio, empecé con un viaje a Samaipata, tomando fotos. Creo que fuimos tres veces al viñedo de Samaipata antes de ir más lejos, a Tarija y Cinti. Entonces, el trabajo de fotografía era uno, luego llegó la etapa de edición de las fotos que fue más largo, la labor de diagramación y, finalmente, el trabajo de preventa, de ofrecer el libro a empresas, instituciones y personas en grandes cantidades para contar con los fondos para la impresión de todo el tiraje”, relató la periodista.

La investigación del libro incluyó la visita a 20 viñedos y entrevistas con sus propietarios, gerentes generales y enólogos. De esas entrevistas fueron parte Luis Antelo Bruno, enólogo, quien trabajo por muchos años en entidades que promueven el vino boliviano, y Sergio Prudencio, que fue gerente y enólogo de vinos La Concepción. Ambos fueron los encargados de acuñar el slogan por el cual los vinos bolivianos son conocidos en el exterior, ayudando a su reconocimiento: “Vinos con altura”.

Heroicas

La intención de Perrin fue mostrar todo lo que está detrás de un producto, como el vino o el singani. “He querido mostrar qué hay detrás de todo eso, quiénes lo han hecho, qué responsabilidad han tenido. Todo tiene una razón y hay lindas historias, como la de los vinos Santo Patrono, el nombre viene de una anécdota muy particular: La bodega sufrió un incendio, menos lo que había en esa caba, que era un cuadro del Corazón de Jesús. Cuando llegaron los bomberos a apagarlo, el cuadro de Jesús fue lo único que se salvó y una de las obreras que estaba ahí dijo ‘esto es un milagro’, el Santo Patrono lo salvó, entonces ese vino de bodegas Kuhlmann lleva ese nombre por esa situación que han vivido. Conocer lo que hay detrás es el mensaje que he querido dar, nada es fácil, más bien todo es complicado, historias de personas, de sentimientos de gente que lo ha vivido”.

“Otro mensaje que quisiera dar es que, los que lo lean el libro, sepan lo difícil que es hacer industria en Bolivia, y que sepan que al comprar un vino extranjero de contrabando le están haciendo un gran daño al país y al esfuerzo de la industria nacional, no solo a los dueños de las bodegas y empleados, es la vida de toda esta gente campesina, que en los años 70 cambió su producción de maíz por viñas. Fue lo que llaman la revolución vitivinícola de los valles de Tarija, cuando convencieron a los campesinos que cambien su producción. Entonces, al no apoyar lo nacional se hace daño también a esta gente que vende su fruta una vez al año en su mercado, ojalá que el libro transmita eso, y que los que leen tomen conciencia del esfuerzo”, sintetiza Perrin.





Vinos de altura

“El macro clima de Bolivia es complicado y hasta difícil”, dice Sebastián Parra, enólogo argentino, que trabaja para los vinos Landsuá, de Samaipata, y que se puede leer en la sección dedicada a Samaipata del libro.

Bolivia tiene sus plantaciones de viñas de 1.500 a casi 3.000 metros de altura, donde otros países a los 1.000 ya dejan de hacerlo, entonces, se utiliza el concepto de vinos de altura para hacer una diferencia y resaltar los vinos bolivianos.

“Es la frase que en los festivales internacionales define a los vinos bolivianos, concepto que fue promovido por vinos La Concepción, que también fueron los primeros en traer cepas finas en la década del 70 y lograron tener buenos vinos estables, o sea no una botellita buena y otra no tan buena”, afirma la autora del libro.

“La regla indica que las regiones muy cercanas a la línea del Ecuador no tienen viñedos, como el caso de Bolivia, por la poca variación de estaciones, como una de las causas, pero por el factor de la altura sí se puede dar, porque Bolivia no figura entre los países que, según estudios científico, son aptos para tener viñas, pero por la altura si se pueden”, agrega la periodista.

Cinti

Ubicada en el departamento de Chuquisaca y dividida en dos provincias, Camargo, capital de Nor Cinti y Villa Abesia, capital de Sud Cinti, es la cuna de la vinicultura boliviana, con más de cinco siglos en la producción de vino y Singani.

“Cinti, en la época colonial, era el principal proveedor de vinos y singanis para la Villa Imperial de Potosí,” cuenta Perrin.

“Y como Dios ha prometido, que la Iglesia durará hasta el fin del mundo, tened por cierto, viñadores que hasta el fin del mundo habrá vino, porque sin vino no habrá misa, y sin misa salta a la vista que no habrá Iglesia”, dice un texto religioso de la época.

“Luego, con la decadencia de la minería, también decae Cinti, que recién ahora se está empezando a revalorar. Las viñas del lugar no son como las modernas y eficientes de Tarija, que van en línea, la producción hasta el día de hoy son como en la época de la Colonia, donde las plantas trepan árboles para sostenerse, entonces, las uvas crecen enredadas a los árboles, que son especies de molles y chañares, típicos de la zona, entonces, las vides que hay en Cinti, cuna de la viticultura boliviana, se siguen haciendo como en épocas antiguas, y por ese proceso algunos restaurantes, como Gustu los compran, y tal vez en alguna vinoteca”, finaliza Marie.