Sama arde por la negligencia de las autoridades: otro incendio anunciado y no prevenido

El incendio forestal que arrasa la Reserva Biológica de la Cordillera de Sama no es una simple tragedia natural ni un accidente aislado. Es, ante todo, el resultado de una negligencia institucional sistemática, de autoridades que actúan desde la comodidad de sus escritorios y de una cadena de omisiones reiteradas que han dejado expuesto uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos del sur del país.
Gobernación de Tarija, alcaldías municipales de Tarija y San Lorenzo, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) y otras instancias responsables de la prevención, vigilancia, educación ambiental y reacción oportuna, han fallado nuevamente. No hay planes de prevención efectivos ni presencia constante en el territorio. La extensión rural, que debiera trabajar con las comunidades en prácticas seguras y monitoreo de focos de calor, es casi inexistente. En su lugar, se improvisa y se reacciona tarde, cuando el fuego ya ha consumido miles de hectáreas.
FOTO: DARQUINO
Los antecedentes son claros: año tras año, se repite el mismo patrón. Fuegos provocados por quemas de basura o chaqueos mal controlados se convierten en incendios descontrolados que devastan la reserva, generan daños ecológicos irreparables y amenazan a la población. Las autoridades lo saben. Pero su respuesta se limita a discursos, jingles de emergencia, y campañas tardías de recolección de víveres o herramientas, que más parecen gestos de limosna institucional que acciones estructurales.
“La tragedia no es sólo el fuego, sino la pasividad de las autoridades. Se repite la historia y nadie cambia nada”, reclamó un comunario de Pampa Redonda. “¿Dónde están los técnicos de la Gobernación o del SERNAP antes del incendio? Solo aparecen cuando ya está todo quemado”, agregó.
La indignación crece también hacia organizaciones y ONG que durante años han manejado recursos para trabajar por la conservación de Sama, pero cuya presencia efectiva en el territorio es casi invisible. ¿Dónde están sus acciones preventivas? ¿En qué se han invertido los fondos?
La reciente detención de un comunario acusado de haber iniciado el fuego no exime de responsabilidad a los verdaderos culpables: las autoridades que no hicieron su trabajo. La omisión también mata, también quema. Y este desastre es, en gran medida, fruto de una institucionalidad que actúa por reacción y no por responsabilidad.
Mientras tanto, la población, como siempre, paga los platos rotos: respira humo, pierde fuentes de agua, cultivos y biodiversidad, mientras los funcionarios públicos siguen sin rendir cuentas por su inacción. La Reserva de Sama arde. Pero lo que quema también es la vergüenza de tener autoridades que no supieron —o no quisieron— evitar esta tragedia anunciada.
FUENTE: PLATAFORMA AMBIENTAL