Mea culpa en el Chaco: tras manejar recursos históricos, la región enfrenta crisis y obras inconclusas

La región del Gran Chaco, que durante las últimas dos décadas administró recursos económicos sin precedentes provenientes de las regalías hidrocarburíferas, atraviesa una profunda crisis económica y social. Obras inconclusas, proyectos inoperantes y un estancamiento productivo marcan la realidad actual, generando cuestionamientos sobre la gestión de los fondos que llegaron a superar los presupuestos históricos del departamento de Tarija.

El economista chaqueño Never Artunduaga fue contundente al señalar que “ya no podemos echarle la culpa a Tarija. Se manejó más dinero que en toda la historia del departamento, pero los problemas no solo persisten, sino que se han agravado. La plata se esfumó y nada quedó”.

En la misma línea, el senador por el Chaco Miguel Martínez lamentó que la autonomía regional no haya cumplido las expectativas y, en cambio, haya favorecido a ejecutivos locales que “malgastaron los recursos en lugar de destinarlos al desarrollo de la región”. Recordó que el Movimiento al Socialismo (MAS) recibió amplio respaldo político en el Chaco, pero los resultados no están a la altura: “Se administró apenas el 45 % de las regalías departamentales, y aun así hubo despilfarro”.

Martínez mencionó ejemplos emblemáticos: un estadio con una inversión de más de 20 millones de dólares que hoy está abandonado, un hospital de tercer nivel cuya construcción demandó 160 millones de bolivianos prometidos hace más de tres años y que aún no funciona adecuadamente, y proyectos estratégicos como la doble vía y el túnel del Aguaragüe, que siguen sin concluirse.

La crítica también se extendió a programas sociales ineficaces, como la canasta de productos para adultos mayores adquirida a sobreprecio, y a la falta de inversión productiva en el área rural, donde se destinó cerca del 40 % de los recursos de los gobiernos regionales y municipales sin generar resultados tangibles.

A pesar de haber recibido cuantiosas regalías gasíferas, la población del Chaco ha disminuido, pasando de más de 100.000 habitantes en el censo anterior a una cifra menor en el último recuento. “No hay avance en salud, educación ni agricultura; seguimos con carreteras deficientes y sin proyectos industriales que aprovechen nuestra condición fronteriza”, lamentó Martínez, atribuyendo esta situación a la corrupción y mala gestión de los últimos 20 años.

El senador concluyó señalando que la crisis actual exige una revisión profunda del modelo autonómico, transparencia en la ejecución de recursos y la implementación de proyectos sostenibles que permitan al Chaco recuperar la confianza ciudadana y sentar bases para su desarrollo.