OPINIÓN

¿Ganó la ultraderecha? No, tronó el escarmiento

Sergio Massa fue candidato del peor gobierno desde el regreso de la democracia, aunque intentó pasar por outsider. Foto: Reuters

El castigo llegó, y con fuerza, a un gobierno sin conducción que nunca se tomó la gestión en serio.

Ya parecía más que medio raro, raro del todo, que en los votos no tronara el escarmiento a un gobierno que es, por lejos, el peor desde la recuperación de la democracia.

Massa puede haber pensado que con la gente acostumbrada a un gobierno que nunca se tomó la gestión en serio, desfigurado por la falta de conducción y de buenos funcionarios y con las calamidades de la inflación, los dólares que no aparecen, la inseguridad y la pobreza, no habría voto castigo. O, en todo caso, un módico votito en contra. Encima, prometía hacer lo que en un año y pico de gestión no había hecho. Encima, pretendía que le creyeran. Un campeón. Pero el castigo llegó y con fuerza.

Milei sacó 55,69, más que Cristina y su 54,11 de 2011. El 44 de Massa pudo haber sido mucho peor de no haber tenido enfrente a Milei, que le permitió montar una monumental campaña del miedo. Sin poder mostrar aciertos, le quedaba manipular dichos, o más que dichos, disparates, del estrafalario Milei. Al menos, el de la campaña.

La idea, de asesores brasileños, fue medio infantil pero eficaz. Tanto que un gobernador, el de La Rioja, prometió que renunciaría si Milei ganaba. Parece que lo pensó mejor. Tampoco Atilio Borón, un sobreviviente de los 70, ex vicerector de la UBA con un doctorado en Harvard y al que ahora llaman Atilio Nerón, cumplió su amenaza de quemar biblioteca y títulos si el enemigo libertario vencía al kirchnerismo.

Aviso de onda a futuros postulantes presidenciales: guarda que en una de esas la época de las mentiras se agotó y ya poco y nada es gratis. O tan gratis. Pareciera que dejó de servir también la soberbia de hacerse el ganador antes de tiempo. Aclaración: con lo del escarmiento, citamos a Perón, como desde hace rato hace medio mundo, peronista o no. El domingo mismo Milei dijo dentro de la ley todo, fuera de la ley nada, axioma peronista que más de una vez terminó siendo al revés.

El jueves, Massa la vio a la silente Cristina y dijo que, de los dos, ella era la más optimista con la elección. Extraño, pero según Massa, Cristina pronosticó que ganaban. Después hablaron los números y Massa tardó en digerir la paliza. Siguió haciéndose el outsider del gobierno, y como si fuera poco, también de lo que le queda de mandato ministerial. Le pasó la cuenta a Fernández y Milei. Milei, rápido, le respondió con un hacete cargo de tu responsabilidad hasta el final. Massa entendió que irse como un técnico que renuncia tras perder el clásico, era lo peor que se le podía ocurrir. Pero la transición sigue trabada.

Cuando ganó en la primera vuelta, Massa habló solo. Ahora llamó a los notables del peronismo kirchnerista. La derrota siempre conviene que sea de todos.

En lo de Massa, bombos, carteles sindicales y choripanes y frustración más que evidente. En lo de Milei, mucha gente de traje y corbata y señoras de largo. Nada de globos. Habló sólo, medio al estilo norteamericano. Y una cierta alegría contenida por el conocimiento de que los problemas son más que serios. Macri recibió, con Bullrich, el agradecimiento de Milei por los votos que Cambiemos volcó sobre el bueno por conocer: no se votó el más vale malo conocido. Muchos le prenden una vela a Macri para que logre contener a Milei. Hasta una parte del peronismo. Otra, se sabe, apuesta a que despiste rápido.

En la tevé española un programa trató el domingo bien tarde de explicar a Milei. Podría haber ocurrido en cualquier otro país europeo o incluso acá, en canales oficialistas como el 7 o C5N. Anteojeras ideológicas y prejuicios para disimular la fiaca intelectual de algunos explicadores, que todo lo resuelven con un es la ultraderecha, estúpido. ¿Un 55 % de argentinos ultraderechistas? Vamos…

El voto a Milei es un castigo a la casta que encarna la decadencia y roba en nombre de la democracia y los derechos. Y subsiste en base a mentiras. Nada es más incompatible que la corrupción con el argumento de la defensa de los valores. Ese falso argumento es de los que se esgrime cuando no hay argumentos. Probablemente el voto a Milei también sea una apuesta, de esas en el estribo, a alguien con conocimiento de gestionador de eso que se llama macroeconomía. ¿Funcionará? Nadie lo sabe. Sí se sabe el desastre en toda la línea que hereda del kircherismo.

Ese kirchnerismo necesita mantener vivo el mito de que empuña una verdad y que todos los que discrepan de ella se oponen a los intereses del pueblo. Dejemos los dogmas para las religiones. La buena política no los necesita.

La última, posiblemente a la desesperada, operación de Massa fue infantilmente torpe. Nadie la entendió aunque todo el mundo sabe de las simpatías de Larreta con Massa. Massa hizo tuitear el domingo a las 9 de la mañana, cuando arrancaba la votación, a la esposa de Daniel Vila, dueñode Edenor y América y notorio viejo amigo de Massa, que el ministro candidato le había ofrecido a Larreta el futuro ministerio de Economía.

Massa dice que le hizo el ofrecimiento y que Larreta contestó ni. ¿Y qué hizo Larreta el domingo? Mandó a su novia a replicar que el único ofrecimiento que había recibido era el de ella, de milanesas con puré… y good show.

Si el voto del domingo no pasó el mensaje de: por favor, dejémonos de pavadas y vayamos con seriedad a las cosas en serio porque el horno no está para bollos, muy lejos no debe haber quedado. Ese o un mensaje parecido parece haber repercutido en Wall Street: las acciones de YPF volaron por el anuncio de que Milei se propone reprivatizarla. También otras empresas argentinas subieron como otras pocas veces. Veremos qué resistencias opone el kirchnerismo. La diferencia es que ahora tiene una docena de puntos en contra.

Autor: Ricardo Roa