Este es el diario del pederasta “Lucho” Roma, el depredador que describe sus abusos en Bolivia

“Los jesuitas sabían todo esto. En 2019 investigaron y encontraron que era verdad. Pero no lo denunciaron. Tengo muchas pruebas”, sostiene Pedro Lima, un exjesuita y denunciante de los casos de pederastia en Bolivia, por parte de sacerdotes, a Urgente.bo.

El diario o archivos fueron encontrados por una delegación de la Compañía de Jesús el 2019, pero pese a tener todas las pruebas, el caso no ha sido de conocimiento de las autoridades. No hasta el 2023, cuando salió el escándalo del padre Alfonso Pedrajas “Pica”, quien, de la misma manera que Roma, escribió en un diario los abusos contra los niños en Bolivia.

En los archivos, al que tuvo acceso Urgente.bo, Roma relata las atrocidades que cometió contra  las niñas en Charagua, Yungas, Trinidad Pampa y Coripata.

En las 21 hojas detalla cómo son las víctimas, qué hace para acercarse a ellas, las supuestas muestras de amor y cariño entre él y las pequeñas, y su idea delirante de que las víctimas sentían afecto por él.

El diario de Roma

En febrero de 1997, Roma escribió otro de sus ataques contra las pequeñas. En el manuscrito hay un espacio separado que tiene por título: “La historia de los Piritis”.

“Bueno, no sé cómo salió… pero la 1.ª vez sería que yo llevaba en la cabeza, agarrar a las peladitas y llevármelas de paseo: llevarme sodas, galletas y otros como chupetes. Así fue, no me acuerdo a quienes llevé. Pero en el 1.º estuvo la hermosa (…)”.

“No me acuerdo, pero después tengo la impresión que después vino el Piriti II (el más grande) (menciona nombres de niñas)… Falta una".

“El IV, si no me equivoco, fue cuando fui solo con la (…). Memorable porque yo no sé cómo, pero la pequeña (…) se me desnudó totalmente. Evidente hubo foto y filmación” (subraya esa parte en el original).

Hojas más adelante se describe lo siguiente:

“Domingo: Como siempre, mi gozo y mi ilusión. El día 18 de junio, diez niñas se han sentado en mis faldas (menciona los nombres de las víctimas) Mi estrategia es ahora ir cambiando de lugar y así manosear más niñas”.

FUENTE: URGENTE.BO

“Es una cabronada porque saben que estar junto al Padre les da más posibilidad de regalos (dulces) a cambio de dejarse tocar y cada vez son más las niñas que están cerca de mí”.

Roma asegura en el diario, que recibe “muchas demostraciones de amor” de las niñas. Describe algunas como “choquitas”, “flaquitas”, “gorditas” y las compara con muñecas.

 “Es la primera vez que pongo mi mano debajo la falta de una niña (…) Levanté varias veces a la (…), niña pequeña que se deja alzar”.

El 30 de julio, de 1998, Roma describe los abusos que cometió en Charagua y dice que las pequeñas "le despiertan cosas". 

“Pero es el tema niñas lo que me llama más la atención. Ha sido en Charagua donde más se me ha hecho tema propio y querido. No cabe duda, estas criaturas me despiertan muchas cosas, momentos, sentimientos, goces, nostalgias, deseos y ganas de escribir. ¡Qué diablos tengo yo con las criaturas, es el tema!”.

“Yo siempre mirando los preciosos cuerpitos a las niñas. Me gustaría ser más concreto con este tema. Qué cuesta decir: qué haría con ellas: …. Alzarlas, besarlas, abrirles el vestido, levantar sus falditas. Cuantas cosas la niña va a sentir y yo (….)”

El 28 de agosto, de 1998, describe cómo ha sacado algunas fotografías a las niñas, cuando él les levantaba la falda en su misma habitación.

 “Parece que cada vez me gustan más pequeñitas  (…) La (…) se perfila como la preferida. Qué pícara es y todavía tan inocente (...) la que ha intentado hacer los méritos es la princesita (…) me agarró de la mano y no la soltó… Y me jalaba para que le lleve al cuarto y le tome fotos (…) realmente estar con las niñas es una gran ilusión para mí”.

El 29 de agosto de 1998, Roma relata a quiénes y a cuántas niñas sacó fotografías y cómo las abusó sexualmente.

“Se me han echado las tres en mi cama y yo sentado, las he tocado lo que he querido (…) A (…) morderle sus piernitas, sobárselas y meter mi mano debajo del cortito”

El 31 de octubre, Roma titula una parte de sus escritos como “Día de Fotos” y describe que cuenta con tres rollos de fotografías de sus víctimas, a las que denomina de criaturas humildes, ingenuas y simpáticas. En total cuantifica 95 imágenes de las víctimas que tomó en su habitación en al menos tres ocasiones.

“Qué monísima esa criatura, ojos lindos, vivos, cuerpo precioso. Qué preciosa estaba. Les saqué a ella, a (…) todo un rollo, tanto adentro como afuera. Al final sacaba fotos para acabar el rollo”.

Con una actitud enferma, Roma menciona en sus escritos que algunas niñas se le muestran insinuantes e incluso califica a otra de exhibicionista.

Los abusos continuaron. El 27 de enero 2000, Roma escribe: “Dos criaturas me tienen realmente turbado (…) con la (…) ha sido realmente increíble (…) estaba preciosa, llevaba un enterizo abierto por ambos lados, su blusa muy corta, sus piernas desnudas (…) se sentó en mis rodillas y su cuerpo estaba entregado a mí. Podía tocarla por donde sea”.

Roma atrapaba a sus víctimas con regalos, entre dulces y galletas, y las abrazaba y besaba con frecuencia.

En septiembre del 2000, escribe lo que para él es una reflexión en su diario: “Por Dios, a rato me asusto, me veo como anormal, como acosador de niñas, como violador en potencia, como peligro para estas criaturas”.

Pero Roma no solo cometió abuso sexual, de acuerdo al testimonio de una de las trabajadoras de limpieza en Sucre, ella encontró en la habitación del jesuita unas fotografías y recortes de fotos. Descubrió un álbum con “muy atrevidas fotos”.

“En mi mente está esa hija, en lo que he visto, sé que era de Charagua, era con una frazada a rayas, está tendida en su cama, ahí está teniendo relaciones con las niñitas, se ve que está penetrando. He visto que había relación sexual no solo en una foto, sino en varias”, relató la mujer.

La Comunidad de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesial ha sido clara en denunciar que el caso ha sido del conocimiento de la Compañía de Jesús, e incluso, ha pedido que la Fiscalía prohíba a la orden acercarse a las víctimas, ya que las mismas estarían siendo “amedrentadas” para no denunciar o seguir con el caso.