Carne de res podría trepar a 100 bolivianos el kilo en Tarija: consumidores exigen control y transparencia

La falta de acción institucional agrava la crisis en el mercado interno

En Tarija, vecinos y consumidores expresaron su preocupación por el imparable incremento del precio de la carne de res, que actualmente supera los 75 bolivianos por kilo y que, de no adoptarse medidas urgentes, podría alcanzar los 100 bolivianos en las próximas semanas.

El reclamo principal apunta a la cadena de intermediación y a la falta de un control real por parte de las instituciones competentes. Los consumidores sostienen que los friales y distribuidores encarecen de manera desmedida el producto, mientras los productores ganaderos terminan percibiendo precios mucho más bajos que los que finalmente se trasladan al consumidor final.

“La carne se está volviendo un lujo para las familias tarijeñas. El Estado tiene que garantizar que los productores puedan vender directamente al consumidor y que se establezca una hoja de costos clara, porque no es posible que los precios se eleven sin justificación técnica ni económica”, reclamó un representante vecinal.

La situación refleja no solo un problema coyuntural, sino también una ausencia de políticas públicas efectivas en la regulación del mercado interno de alimentos. La falta de fiscalización sobre la cadena de intermediarios y la ausencia de una estrategia de control de precios generan un impacto directo en la economía familiar, que ya sufre los efectos de la inflación en otros productos básicos.

Economistas locales advierten que, si el kilo de carne llega a los 100 bolivianos, Tarija enfrentará una grave distorsión en su mercado alimentario, con consecuencias sociales inmediatas: desde el deterioro en la dieta de las familias de bajos ingresos hasta el debilitamiento del poder adquisitivo en general.

Mientras tanto, la demanda ciudadana se centra en dos puntos concretos:

Acción inmediata de las autoridades municipales, departamentales y nacionales para frenar la especulación y transparentar la estructura de costos.

Apertura de canales de comercialización directa entre productores y consumidores, reduciendo el peso de los intermediarios que hoy concentran las ganancias a costa del bolsillo de la población.

La falta de respuestas claras por parte de las instituciones competentes no solo agrava la crisis del precio de la carne, sino que también expone una debilidad estructural: la ausencia de una política pública seria de seguridad alimentaria y de regulación de mercados en Bolivia.