Bolivia le dijo ‘no’ al internet de Elon Musk

Una antena de internet por satélite Starlink en una zona rural de Brasil en 2024.

Las páginas web se cargan a paso de tortuga. Las transmisiones de video fallan y se congelan. Fuera de las ciudades más grandes de Bolivia, a veces la señal de internet más cercana está a horas de distancia, por peligrosas carreteras de montaña.

Así que cuando Starlink, de Elon Musk, ofreció a Bolivia una conexión a internet rápida y asequible, transmitida desde el espacio, muchos esperaban que el país andino de 12 millones de habitantes lo celebrara. En cambio, Bolivia dijo no, gracias.

Starlink, el servicio de internet por satélite de SpaceX, la empresa espacial privada de Musk, ha realizado notables avances en Sudamérica, al extenderse a casi todos los países y llevar internet de alta velocidad a los rincones más remotos de la región, llegando incluso a indígenas aislados que viven en lo más profundo de la selva amazónica.

Sin embargo, el avance de Starlink se ha visto obstaculizado por Bolivia, que se negó a concederle una licencia de operación el año pasado. Expertos y funcionarios citaron su preocupación por el dominio descontrolado que el servicio ejerce en todos los lugares donde se ha establecido. En su lugar, el país optó por confiar en su propio vetusto satélite de fabricación china.

La decisión de rechazar Starlink ha desconcertado y enfurecido a la población de Bolivia, donde las velocidades de internet son las más lentas de Sudamérica y cientos de miles de personas siguen sin conexión. Sin conexión a internet, la gente suele tener dificultades para recibir educación y carece de acceso a empleos y ayuda rápida en caso de catástrofes naturales.

Pero al impedir la entrada de Starlink, Bolivia se ha unido a otras naciones que han empezado a dar la voz de alarma sobre SpaceX y la influencia política que Musk puede ejercer mediante su control de una red de telecomunicaciones utilizada por gobiernos, militares y personas de todo el mundo.

Starlink, que no respondió a las solicitudes de comentarios, también se ha enfrentado a bloqueos en el Caribe, Europa y Sudáfrica. Musk afirma que “no hay sustituto para Starlink” y utiliza X, la plataforma de redes sociales de la que también es propietario, para promover sus políticas de derecha. Además, ha sido explícito sobre el poder que ostenta.

“Los países se han dado cuenta de que no pueden confiar solo en un actor”, dijo Antoine Grenier, director global de espacio en Analysys Mason, una consultora con sede en Inglaterra.

Poco más de la mitad de los hogares bolivianos tienen internet de banda ancha, frente al 87 por ciento de Brasil y el 94 por ciento de Chile. Más del 90 por ciento de los bolivianos utiliza teléfonos móviles para conectarse a internet, pero en las zonas rurales, donde la señal puede ser irregular, muchos no tienen forma de hacerlo.

“A veces, la gente tiene que subirse a un árbol o a una roca para captar la señal”, dijo Patricia Llanos, profesora universitaria y geógrafa, quien a menudo dirige equipos de investigadores de campo en la región amazónica de Bolivia. “Es un gran problema para nosotros”.

En otras partes del mundo, Starlink ha ayudado a llevar internet a muchos lugares. En solo unos años, SpaceX ha lanzado más de 7300 satélites pequeños al espacio, y conecta a más de cinco millones de personas en 125 países.

El cohete Falcon 9 de SpaceX que transporta los satélites Starlink tras su lanzamiento desde Cabo Cañaveral, Florida, en febrero.Credit...

Pero a pesar de su éxito en otros lugares, Starlink es visto con recelo por el gobierno de Bolivia.

La preocupación, según las autoridades y los expertos bolivianos, es que Starlink pueda dar paso a una competencia injusta y socavar la soberanía del país al ceder demasiado control a una poderosa empresa extranjera, la cual podría intentar utilizar su influencia para inclinar la normativa boliviana a su favor.

Starlink “tiene superioridad tecnológica” sobre los servicios de internet de Bolivia, dijo Iván Zambrana, director de la Agencia Boliviana Espacial, propietaria del satélite nacional de fabricación china y que lo opera desde su lanzamiento en 2013. Pero los reguladores deben establecer normas que garanticen que Starlink contribuye a la economía de Bolivia y “entren al mercado a competir en igualdad de condiciones” sin perjudicar a los proveedores locales de internet, añadió.

“Cualquier empresa que venga a hacer negocios en el país se va a llevar un pedazo del pastel, pastel que ahora mismo está entre los que estamos aquí”, dijo Zambrana en una entrevista.

El servicio de Starlink se ha convertido en un éxito en gran parte de Sudamérica, en gran medida porque puede resultar difícil y costoso llevar la infraestructura tradicional de internet a zonas remotas. En pueblos a los que solo se puede llegar en barco o por caminos de tierra, los kits compactos de Starlink ofrecen una forma más barata y práctica de conectar hogares, escuelas y hospitales a internet.

En Brasil, su mayor mercado en América Latina, Starlink ha crecido hasta superar los 250.000 suscriptores desde su llegada en 2022, según cifras de la empresa.

Pero Brasil ha empezado a buscar alternativas, al temer una dependencia excesiva de Starlink. El año pasado, después de que X, de Musk, desafiara las órdenes del Supremo Tribunal Federal del país de eliminar publicaciones de derecha en redes sociales que difundían desinformación, Brasil llegó a un acuerdo con SpaceSail, un rival chino que actualmente está desarrollando su propio sistema de internet satelital.

En Bolivia, Zambrana restó importancia a la necesidad de Starlink, e insistió en que el satélite chino que utiliza es fiable y proporciona cobertura de internet en todo el país. “No hay lugar donde no se presten estos servicios”, dijo.

Pero los expertos dicen que, en realidad, el viejo satélite no es rival para Starlink. Su señal es lenta y desigual, y la instalación de antenas y parabólicas en zonas rurales es cara y difícil.

Ahora, el satélite gestionado por Bolivia se acerca al final de su vida útil, y se prevé que podría quedarse sin combustible y desconectarse ya en 2028.

Bolivia todavía evalúa cómo sustituir el satélite, pero ha mantenido conversaciones preliminares con SpaceSail de China sobre la posibilidad de utilizar la red de satélites que está construyendo, dijo Hugo Siles, embajador de Bolivia en China.

“Hemos venido trabajando con China porque sentimos que hay una absoluta comodidad en cuanto a la normativa boliviana y respecto a la soberanía”, dijo Siles en una entrevista.

SpaceSail, que no respondió a una solicitud de comentarios, tiene previsto lanzar 648 satélites de órbita baja este año y hasta 15.000 para 2030, según cifras publicadas por el gobierno municipal de Shanghái, propietario de SpaceSail.

“Si alguien va a poder competir con Starlink en un futuro próximo, serán ellos”, dijo Gregory Falco, profesor adjunto de ingeniería mecánica y aeroespacial en la Universidad de Cornell.

Por ahora, la presión para conectar a los bolivianos es cada vez mayor, y los legisladores reconsideran si el país debe permitir que Starlink opere en él.

Starlink parece optimista sobre sus posibilidades. En su mapa de ubicaciones de servicio, incluye a Bolivia como uno de los países donde su internet satelital estará disponible en 2025.

Estudiantes recibiendo clases por internet en La Paz en 2021.Credit...

Sería una buena noticia para Adrián Valencia, de 45 años, maestro de Quetena Chico, un pueblo de 1000 habitantes en la región meridional de Bolivia.

Valencia, quien dirige la única escuela secundaria del pueblo, que atiende a unos 200 alumnos, dijo que la mala conexión a internet del pueblo lo obliga a conducir seis horas hasta la ciudad más cercana para subir los videos educativos que graba para sus alumnos.

“El internet es pésimo”, dijo. Eso socava la educación y la alfabetización digital de sus alumnos. “Si no tenemos acceso a internet”, añadió, “es como si no supiéramos leer”.

Algunos hoteles locales incluso han pasado de contrabando enrutadores Starlink a través de la frontera desde el vecino Chile. Aunque la señal llega a partes de la frontera boliviana, Starlink suele cortar internet al cabo de unos meses.

Mientras Llanos, la geógrafa, preparaba recientemente un taller en una remota región forestal a siete horas de La Paz, ella también esperaba recurrir a Starlink, y pidió a sus colegas que le trajeran un enrutador. Sin embargo, no pudieron conseguir uno a tiempo, así que los 80 participantes utilizaron walkie-talkies para comunicarse durante la formación.

“Aunque tengamos un satélite en el espacio”, dijo Llanos, refiriéndose a la nave espacial china, “seguimos sin tener forma de conectarnos”.

FUENTE: NYT